A muchos padres les cuesta disciplinar a sus hijos. Intentan ignorar el mal comportamiento de sus hijos y esperan que desaparezca, pero eso rara vez funciona.
Si quiere evitar que su hijo se muestre excesivamente irritable, molesto y difícil de controlar, le sugerimos que dedique algún tiempo a analizar qué impulsa su comportamiento y, a continuación, busque estrategias para gestionarlo con eficacia.
El cerebro de los bebés aún se está formando.
Como ya sabe, el cerebro de su hijo sigue desarrollándose. Es el último órgano en madurar por completo y sigue desarrollándose hasta los 25 años.
Esto significa que a los niños pequeños les cuesta controlar sus impulsos porque aún no tienen pleno control sobre sus emociones o su comportamiento.
Tampoco entienden cosas como las consecuencias o las relaciones causa-efecto; por ejemplo, si tiro una pelota a la cabeza de alguien, ¡le hará daño!
No entienden por qué te enfadarías con ellos si hicieran algo malo (porque no tiene sentido), así que lo más probable es que sigan haciéndolo una y otra vez hasta que
A) alguien les enseñe por qué lo que han hecho está mal
B) su cerebro se desarrolle lo suficiente como para que puedan entender cómo las faltas afectan a los sentimientos/emociones de los demás sin que se lo diga directamente un adulto cuidador (¡este proceso lleva más tiempo del que pensamos!).
Puedes intentar evitar los comportamientos traviesos anticipándote a ellos, reconociendo las señales y actuando antes de que tu hijo se altere demasiado o se ponga ansioso.
- Detecte los signos de frustración: Si puede, intente anticiparse a posibles conflictos reconociendo los signos de frustración.
- Por ejemplo, si sabe que su hijo está cansado o tiene hambre y lleva tiempo esforzándose en algo sin éxito, puede que sea el momento de ayudarle con lo que tenga que hacer a continuación.
- Comprenda qué necesidades intenta satisfacer su hijo: Es importante que entendamos qué sienten nuestros hijos y por qué se comportan como lo hacen, para poder responder adecuadamente cuando se portan mal y, en general, para ayudarles a aprender a gestionar mejor sus emociones a lo largo del tiempo.
- Intentar satisfacer esas necesidades antes de que se conviertan en un problema: Si tenemos alguna esperanza de evitar los comportamientos traviesos, debemos esforzarnos al máximo no sólo en detectar las señales, sino también en satisfacer esas necesidades antes de que se conviertan en problemas (y, por tanto, nos causen más problemas).
- Esto significa ser proactivo en lugar de reactivo, lo que requiere ser lo suficientemente sensible sobre cada situación individual como para no sólo detectar sino también comprender lo que podría estar causando frustración/ansiedad, etcétera…
No existe un enfoque único para la disciplina.
No existe un enfoque único de la disciplina. Depende de la edad y el temperamento del niño, así como de sus preferencias personales.
No hay una única forma correcta de disciplinar a los niños; sin embargo, hay algunas reglas comunes que los padres pueden utilizar cuando disciplinan a sus hijos. Éstas son:
- La disciplina debe ser coherente para que los niños sepan lo que se espera de ellos en todo momento.
- Los padres no deben castigar a sus hijos por cometer errores o hacer algo mal a menos que sea necesario (por ejemplo, si rompen algo). En lugar de eso, deben intentar explicarles por qué lo han hecho mal, para que la próxima vez sepan cómo comportarse mejor.
Si un niño se comporta de forma excesiva, puede ser el momento de buscar ayuda de un médico o de otro profesional cualificado que pueda recomendar estrategias para controlar su comportamiento.
Si el comportamiento perturba la vida familiar, interfiere con la capacidad de su hijo para desenvolverse en la escuela o en entornos sociales, causa daños físicos a su hijo o a otras personas y/o provoca graves trastornos emocionales a su hijo, puede ser el momento de buscar ayuda de un médico u otro profesional cualificado que pueda recomendarle estrategias para controlar el comportamiento.
Las travesuras ya no son sólo cosa de niños pequeños.
Puede que pienses que las travesuras son sólo cosa de niños pequeños, pero lo cierto es que forman parte normal del crecimiento.
Las travesuras suelen ser un signo de inteligencia y creatividad, así como de independencia e imaginación.
Es importante recordar que estos comportamientos son típicos de los niños en esta etapa de su desarrollo: no son necesariamente malos o incorrectos.
Por ejemplo, si tu hijo le tira del rabo al perro o derrama leche en el suelo después de haberle dicho que no lo haga (porque enfada a mamá), eso no significa que vaya a convertirse en un adulto poco colaborador.
Conclusion
Esperamos que este artículo le haya ayudado a comprender por qué su hijo se comporta mal y qué hacer al respecto.
Si su hijo sigue portándose mal a los cinco o seis años, considere la posibilidad de buscar ayuda profesional.
También puede plantearse hablar del problema con otros padres que hayan pasado por situaciones similares y tengan consejos propios.
Por último, recuerde que los niños no siempre se comportan a la perfección, ¡pero eso no significa que sean malos!
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